Zona El Internado entra en casa de Daniel Retuerta para hacerle una amplia entrevista teniendo en cuenta todas vuestras preguntas. El actor, que ha protagonizado las dos últimas temporadas de El Internado, nos ha contado muchos detalles de la serie, curiosidades, impresiones, además de hablarnos sobre él, sus inicios, y sus proyectos de futuro.
La verja metálica se abre y da paso a un vestíbulo en penumbra. “Sois el primer medio que viene a mi casa”, comenta Daniel Retuerta con una sonrisa. Con elegancia, nos da entrada a su pequeño rinconcito propio en el mundo: una casa compacta, luminosa y peculiar, exactamente igual que Daniel, cuyos meros pasos ya muestran una curiosa personalidad de rasgos marcados y fuertes. A través de las gafas de sol que empieza a retirarse de la cara, sus ojos inquietos no paran de observar de forma casi felina el mundo, que poco a poco, parece dejar de tener secretos para él.
Buenas tardes, Daniel. ¿Dispuesto a empezar la entrevista para Zona El Internado?
Claro, para eso estamos.
Trabajos
¿Cómo empezaste en este mundillo y por qué?
Sencillo. Fui un bebé precoz, empecé a hablar muy pronto; cuando mi madre me sacaba a pasear con el carrito, con esa voz de pito que yo tenía, a la gente le hacía gracia y decían: “Este niño, para la tele”. Y mis padres, cuya meta era hacer un fondo para que yo pudiera pagarme mis estudios en el futuro, me preguntaron si quería intentarlo. Así que probamos como modelo para catálogos, pero enseguida se vio que era muy espontáneo delante de la cámara, no me cortaba ni un pelo, por eso acabé actuando. Y he seguido en él porque me gusta, obviamente, y me permite vivir con holgura. Que no es que nade en la abundancia, pero no toda la gente de mi edad puede decir que ya tiene una casa propia y trece años de experiencia laboral a sus espaldas…
¿Qué te gusta más, ser actor o rapear?
Si pudiera vivir de rapear -como sólo pueden hacer cuatro personas en España-, probablemente me quedaría con rapear. Actuar es como estar en una empresa y dedicarte sólo a la parte de marketing: te puede encantar tu trabajo, pero no tienes la sensación de que el producto sea enteramente tuyo, porque a mí me dan un guión ya escrito y el director me guía; sólo me incumbe la parte de juntar las piezas. Sin embargo, rapear es controlar todo el ciclo: la compra de materias primas, el envasado, el marketing y la posterior venta, es decir, que escojo la base, hago los cambios, estipulo un precio, etc.
¿Es duro el mundo del rap?
Sí, lo es. Es un mundo bastante ‘pureta’, aunque alejado del concepto de elitista: es todo muy ‘underground’. Además, como dice una frase de Nach: “No eres real si no vives mal en viviendas de protección oficial”, es decir, que lo que importa es el mensaje que se lanza, más que nada. Y la gente opina que el mensaje que yo pueda dar es falso por el simple hecho de tener un sueldo. Encima, lo que me hace gracia es que muchos dicen que simplemente, me quiero subir ahora al carro, cuando yo llevo escribiendo desde 2002 -y la primera maqueta de grupo salió en 2005 porque no encontraba a nadie que me hiciese instrumentales-. ¿Qué pasa, que hay que ser primero rapero y después actor para que te tomen en serio, como hizo Will Smith? Y lo que yo siempre digo, que en mi caso, siguiendo la historia de mi vida, tendría que haber aprendido a rimar casi antes que a hablar. Vamos, que ni siquiera sabía escribir cuando empecé a actuar, así que lo de ser rapero antes que actor…
Vaya, sí que es complicado. Y pensar que la gente a veces cree que los actores, por estar expuestos continuamente a las miradas, ni sentís ni padecéis por las cosas…
Pues sí, sentimos. ¡Y, sobre todo, padecemos! Yo es que me lo tomo todo muy a pecho, soy un llorón (risas). Pienso mucho, reflexiono a menudo, les doy mil vueltas a las cosas… ¡Soy un ‘rayao’! (Risas)
De todos los personajes que has interpretado en tu vida, ¿con cuál te quedas?
Hombre, el más completo es el de Roque, porque dramáticamente es un reto. Y el que me aportó más diversión, el de Kiko, de ‘Matrimonio con hijos’. Lolo, de ‘Compañeros’, es que era más como una diversión, un juego.
¿Qué es lo más duro que has tenido que hacer para preparar un papel?
Supongo que aprender a llorar. Y tratar de quitarme gestos como el del ceño fruncido, que me tiene comida la moral. En cuanto me relajo, se me van las cejas para arriba, ¡ni que fueran de helio! (Risas).
Veo que eres muy crítico contigo mismo.
El más crítico. Más que ninguno de esos foreros de por ahí que me ponen a caldo muchas veces sin saber por qué. Las críticas tienen que ser siempre constructivas, que aporten algo. Con el rap me pasa lo mismo: soy el primero que, si veo que una canción no tiene estructura o una rima no ha cuadrado, etc., me doy mucha cera.
Da algún consejo a la gente que quiere dedicarse a trabajar en estos mundillos artísticos.
Lo primero, que tengan un plan B. Actuar es un trabajo muy vocacional, y forma parte de un mundo muy voluble, es decir, prácticamente nadie tiene asegurado el curro de por vida. Sin embargo, si estudias y te sacas una carrera, tienes muchas más salidas. Porque cuando eres actor tienes: doblaje, publicidad, cine, teatro y televisión. Pero cuando eres técnico de sonido, que es lo que yo voy a estudiar, te da la oportunidad de moverte en el terreno de la grabación, la producción musical, ecualización, remasterización… Y todos, dentro de cada uno de esos cinco mundillos anteriores y en más, con lo cual, las posibilidades se disparan.
En cuanto a la actuación, concretamente, diría que escuchasen al compañero cuando interpretan. Es decir, que entren en sintonía con el otro actor, que beban de lo que les brinda. Muchas veces lo que falla en una secuencia no son las interpretaciones individuales, sino la química, y eso es porque muchas veces no escuchamos al compañero. Lo peor que puede hacer un actor es escucharse sólo a sí mismo…
El Internado
¿Has notado tu evolución como actor desde el primer capítulo?
Sí, claro. Me pasa como en ‘El Lazarillo de Tormes’: el hambre agudiza el ingenio. La creciente exigencia de los guiones te fuerza a dar más como actor. Por ejemplo, si tienes que llorar, hay trucos que te hacen soltar la lagrimita, que está muy bien, pero terminas la secuencia y te vas a casa con la sensación de haber hecho un simple truco. Así que, aprendes.
¿Qué es lo que te ha aportado el personaje de Roque?
Pues es el primer personaje protagonista que he hecho -porque es protagonista, aunque algunos aún se empeñen en negarlo-, que ha tenido una carga dramática importante y una trama que cargar sobre los hombros, lo cual es una sensación genial. Era una responsabilidad, ¿eh? Porque si en la trama del traidor no funciona precisamente el actor que hace del traidor, la trama se cae.
Roque ha terminado la serie sin pareja… ¿Qué personaje de la serie le pondrías de pareja a Roque y por qué?
A Julia, que era la que le gustaba. De hecho, ella se habría entendido mejor con Roque que con Iván, porque Roque siempre se ha definido por ser un gregario y Julia una dominante, así que eso habría sido ‘Días de vino y rosas’. Pero ya nunca lo sabremos…
Bueno, siempre puede aparecérsele Roque como fantasma…
¡Claro, en plan ‘Ghost’! (Risas). Me parece que en tres capítulos no va a dar mucho tiempo.
¿Qué cambiarías de Roque? ¿Por qué?
Creo que los guionistas han acertado de principio a fin. Roque ha tenido un final muy consecuente con su forma de ser. Ya lo he dicho muchas veces: a mí me encantaría hacer un personaje valiente que cogiera una escopeta y se liase a tiros con todos los malos, pero entonces no sería Roque. No cambio nada de él.
Siendo así, ¿qué es lo que más te gusta del personaje?
Si Roque hubiera sido una persona de carne y hueso, un amigo mío, me habría encantado de él el sentido de la amistad que tuvo hasta que se volvió loco. No olvidemos que estos chavales sólo tienen dieciséis o diecisiete años, y con esa edad no hay quien soporte las cosas que les pasan a ellos. Roque se ha atrevido a hacer muchas locuras que jamás se le habría pasado por la cabeza sólo por sus amigos.
¿Y lo que menos?
La falta de valor, por supuesto.
¿Encuentras algún parecido entre Roque y tú?
(Se queda pensativo) Según lo que se ha mostrado en la serie de él… entre sus amigos es como un soldado raso, sin embargo, a mí me gusta pensar que yo soy uno de los que lleva la voz cantante en mi grupo de amigos. Por otro lado, el sentido de la amistad más o menos sí lo mantenemos igual. En cuanto al valor, Roque es un cobarde, y yo suelo ser más audaz, salvo por dos o tres fobias que tengo. No me corto a la hora de hablar, soy sincero al máximo.
¿Prefieres los personajes buenos o los malos?
Cuando haga un protagonista bueno, te lo digo. Porque hasta ahora, mis papeles han sido secundarios y de pardillo. El único protagonista en el que me he podido desarrollar ha sido Roque, y es malo.
¿Cuál de las dos temporadas en las que tu personaje ha sido fundamental te gusta más: la sexta o la séptima?
La sexta. Por la evolución, y por cómo empieza y cómo acaba.
¿Crees que Roque debería haber tenido más protagonismo desde el primer momento?
Hombre, para mí habría sido estupendo, pero la trama del traidor no sé si los guionistas la tenían pensada para Roque desde el principio. El caso es que recayó sobre mí en un momento dado y me alegro. Al fin y al cabo, el trabajo de un actor es intentar no pasar desapercibido haciendo su papel de la forma más estupendísima posible.
Antes de que te comunicaran que serías tú el traidor, ¿te planteaste que querías serlo?
Sí. De no tener ningún protagonismo a tener una trama propia va un paso muy grande. Era un reto, pero yo estaba encantado de asumirlo.
¿Te lo esperabas?
Sí. Si lo piensas, a aquéllas alturas de la serie es que era Vicky o Roque.
Y cuando te lo dijeron, ¿no te dio miedo llegar a convertirte en uno de los personajes más odiados de la ficción española?
¿Es que no lo era ya? A mí me preguntaron de una revista, al inicio de la cuarta temporada: “¿Tu personaje por fin muere esta temporada?”. ¡¿Cuánto tiempo lo llevaban esperando?!
¿Qué piensas de la gente que te juzga por tu personaje y no por tu interpretación?
Considero que es gente que no se quiere mucho a sí misma. Unos pueden hacerlo por edad o por incultura -no saben distinguir entre ficción y realidad, lo cual es preocupante… ¡Tienen que leer más!-, o bien por falta de autoestima. Es decir, tratan de sentirse mejor ellos haciendo sentir mal a los demás. Y más aún cuando no tiene ningún tipo de consecuencia, como ocurre cuando la gente me insulta por internet, que lo puede hacer con total impunidad y se quedan tan a gusto. Hay algunos foros en los que pasa esto, y se convierte en algo adictivo, de verdad. Hay uno en concreto en el que no dejan títere con cabeza, les da igual que seas Daniel Retuerta que seas Brad Pitt: “¿Y cómo se deja esas barbas de chivo?” ¡A ver, que es Brad Pitt! Que este señor puede aparecer disfrazado en una première si le da la gana. Y si eso lo hacen con Brad Pitt, imagínate conmigo, que es tan fácil sacarme defectos.
Qué triste…
Desde luego. ¿Cómo llevo esto? Pues mal, no me gusta. ¿Qué opino de esa gente? Que se deberían querer más y que tendrían que aprender a empatizar con los sentimientos de los demás. Porque, encima, no puedes contestar… Pero llega un momento en el que estallas y te rebajas a su nivel, y entonces sí que la has fastidiado. Eso sí, yo siempre intento controlarme, por eso me meto en foros como el de Zona El Internado, donde los usuarios tienen respeto por la persona y el trabajo de un actor, o en la página del club de fans, que es una cosa muy buena que me ha aportado ‘El Internado’, porque sé que están ahí conmigo incondicionalmente, y por esa gente hay que seguir trabajando y haciéndolo todo bien.
Comentó Iñaki Font en su videoencuentro de Antena 3 que a él algunos seguidores le decían a veces por la calle que los había decepcionado, por ejemplo, pero que no tenía ni punto de comparación con las cosas que te pasan a ti. ¿Nos cuentas alguna anécdota?
Pues desde que me llamen “asesino” a voces por la calle, a historias que me han pasado con revistas, cuyos nombres no voy a mencionar, porque sería darles publicidad inmerecida, como que vengan a las ruedas de prensa sus enviados y pidan foto de grupo de los protagonistas y digan que se quite “el chiquitín”. Esto, un periodista acreditado…
La que voy a contar ahora me ha pasado hace poco, todavía no la he dicho en ningún sitio porque es muy reciente, del Festival de Vitoria. Estaban mis compañeros terminando de hacer sus entrevistas; yo ya había acabado las mías, porque es cierto que soy menos mediático, eso lo tengo asumido, no hay problema -obviamente, una revista de adolescentes va a vender más pósters con el cuerpo de Yon, quien, además de ser un actorazo, es un tío guapo y musculoso, que con el mío-, así que pregunté a los de la organización si había mucha gente abajo, y me contestaron que sí. De manera que, por iniciativa propia, les pedí que me dejaran bajar y fueran dejando entrar a las chavalillas de tres en tres para que no se fueran con las manos vacías, ya que se habían pegado la paliza de ir hasta allí. Y una vez abajo, oía cada comentario que venía de fuera… (pone voz aguda) “¿Quién está?”, “el malo”, “Jo, qué asco”, o conversaciones como: “¿Tú al final te vas a hacer la foto con él?”, “a ver, si no hay otro…”, que sería para decirle: “A ver, cielo, que no me estás haciendo un favor si te pones en una foto conmigo… Si no te gusta lo que hay, no entres, pero cállate, que sordo no soy.”
Este tipo de cosas es muy típico entre las niñas. Hay algunas que no tienen ninguna sensibilidad. Como yo no me ajusto al canon de cuerpos perfectos, pues ya les da igual herirte.
Supongo que Iñaki se refería a este tipo de anécdotas.
¿Qué ha sido lo más emotivo que te ha sucedido en ‘El Internado’?
Recuerdo con mucha emoción el día de mi primera despedida, cuando muere Roque -porque luego me tocó volver (risas)- así que tuve como dos despedidas, pero la oficial fue la primera, con cava, con muchas lágrimas…
¿Cuál ha sido para ti la escena más dura de rodar?
Una del principio, en la muerte de Cayetano. Me hice muy amigo de Fernando (Tielve) y yo quería llorar mucho, y pasarlo mal para que quedara lo más realista posible, pero creo que no se vio exactamente como yo pretendía.
¿Con qué escena te quedarías de toda la serie?
Tengo varias preferidas. De la primera temporada me encanta aquélla en la que se veía a Carol y Marcos en el pozo a punto de besarse. De la tercera me quedo con la escena que tengo en el baño con Julia, en el cumpleaños de Cayetano. De la quinta, sin duda, escojo cualquier escena con Carlos Leal en el torreón… Las escenas de baño y torreón siempre me suelen quedar bien, ¡es que me crezco en los espacios pequeños! (Risas). Y es que con Carlos tenía una compenetración… ¡Es el rap! (Risas). Yo lo quiero muchísimo, sigo en contacto con él.
¿Qué anécdotas nos puedes contar del rodaje?
La que se me viene ahora mismo a la cabeza es la famosa de los ojos en formol, que Yon abrió el frasco para ver qué era aquello, y la habitación se llenó de un olor que nos colocó a todos de una manera… Yo es que suelo ser muy serio en los rodajes, por eso no me pasan muchas cosas graciosas.
Me acuerdo de otra relativamente reciente, de cuando estaban poniendo el perímetro al comienzo de la séptima temporada, que yo decía a mis compañeros: “Pero a ver, ¿estáis locos? ¿Cómo vamos a acercarnos al perímetro? Os recuerdo que esta vez van a disparar balas de verdad”. Y no sé por qué, en una de las tomas dije: “Pero a ver, ¿estáis locos? ¿Cómo vamos a acercarnos al perímetro? Os recuerdo que esta vez tienen flechas de verdad”.
¿Cómo fue el rodaje de la muerte de Carol? ¿Qué sensaciones teníais Ana de Armas y tú?
Sé que Ana tenía mucho miedo por tener que colgarse de la ventana. Mi parte complicada se rodó dentro del plató, en el torreón, que fue el momento del golpe -cosa que estaba estudiadísima, porque la habíamos ensayado mucho-. Nosotros lo vivimos de forma normal. Sabíamos que Ana se iba, era un tema del que habíamos hablado mucho, así que no tuvimos problemas.
Si hubieras sido amigo de Roque, ¿habrías reaccionado igual que Marcos, Iván y compañía al enterarte de la identidad del asesino de Carolina?
Sí, me parece la reacción normal. Yo no le habría pegado una paliza, porque seguro que me habría ganado él (risas). Pero claro que le habría dado la espalda. Sin embargo, yo he sido Roque, y he tenido que explicarme los porqués y buscar las motivaciones de cada uno de sus actos, así que soy capaz de justificar su comportamiento.
Realmente no es tan difícil sentirse identificado con él si nos paramos a pensar un poco en las circunstancias. ¿Qué habríamos hecho nosotros en su lugar?
Exactamente. En la vida real no somos tan valientes como queremos pensar. Seguro que es más fácil determinar una acción buena o justa de palabra que hacerla directamente.
Todos los usuarios de Zona El Internado coincidimos en que tu interpretación de la culpa en las escenas con Martín Rivas y Yon González de la séptima temporada es espectacular. ¿Cómo te preparaste para mostrar esos sentimientos tan fuertes?
Eso me lo han dado todo ellos dos.
No me lo creo.
A ver, yo sé que lloro bien, soy consciente de eso. Lo que transmito al llorar es muy real. Además, Yon y Martín son amigos míos, no simples compañeros de trabajo, y cuando un amigo te coge por el cuello, te estrella contra el suelo y te dice que eres una mierda… A mí me salió solo.
En la otra entrevista nos comentaste un final bastante curioso para Roque que no se ha cumplido… ¿Estás satisfecho con tu final?
Sí, sobre todo por las consecuencias que va a acarrear: sentimientos de culpa, preguntas…
¿A todos los personajes?
Habrá algunos que lo sientan y otros que no. Algunos llorarán lágrimas de cocodrilo (risas).
¿Qué te parece la pareja de Marcos y Amaia?
Un poco surrealista, pero bueno. Comparado con eso, que una tía vea fantasmas es casi normal (risas). Realmente, quien haga el eje cronológico de los capítulos sabrá que Carolina se ha muerto hace veinte días nada más, y no puede ser que Vicky esté continuamente diciéndole a Amaia que no la traga y que, sin embargo, Marcos ya esté refrotándose con ella. Pero claro, en una serie de este tipo no pueden dejar a un tío como Martiño sin una pareja. Yo llevo a dos velas siete temporadas, pero a un actor con el torso de Martín no se le puede “desaprovechar” así.
¿Cómo fue el rodaje de la muerte de Roque?
Hacía frío e íbamos muy lentos porque se había estropeado una cámara. Estuvimos Iñaki y yo un buen rato de charleta y nos dio por inventar cuatro cosas para la escena que nos parecía que quedarían bien. Rodábamos y venía el director a preguntar qué tal había ido todo. Y en una de éstas, le contamos nuestras ideas, pero ya estaba todo grabado, y por el problema de la cámara estropeada no se pudieron meter.
Las ideas que pensamos fueron, por ejemplo, que el Teniente, como profesional que persigue a un crío, juguetease con él como haría un gato con un ratón, acorralándolo. O que sacase la pistola y disparase cerca para amedrentarlo. Y mi preferida: que cuando yo me escondía entre los matorrales, él hubiese desaparecido del plano, que apareciese por detrás y me empujase contra un árbol, y cuando yo, aturdido por el impacto, llegara hasta él de vuelta por la inercia del golpe, él, de forma profesional y militar, me partiese el cuello. Así, sin forcejeo. El cámara se queda con el plano desde abajo, que eso habría hecho parecer a Iñaki todavía más alto de lo que es -que ya mide 1’90-, y poco a poco se va alejando, con el cadáver en primer plano y la niebla del bosque alrededor… Chulísimo. Pero no pudo ser.
¿Te hizo mucho daño Iñaki Font?
No, qué va. Pero se toma el trabajo muy en serio. Tiene una anécdota graciosa por ahí con José Ángel (Trigo) (risas). Ya veréis.
¿Te llevaste algún recuerdo, de ‘El Internado’?
¡Sí! (De pronto, desaparece por la puerta y vuelve en quince segundos con el jersey del uniforme y una soga). Un recuerdo bueno y un recuerdo macabro (risas).
¿Seguiréis viéndoos los miembros del equipo cuando pase el tiempo?
Claro que sí, lo intentaremos. Lo malo es que ahora cada uno está liado con sus nuevos proyectos. A ver si en Navidades hay posibilidad de que nos juntemos. Desde luego, no es un adiós definitivo, sino un hasta luego.
Futuro
¿Tienes algún nuevo proyecto entre manos?
Sí, estudiar para técnico de sonido. A ver si puedo compaginar la carrera con trabajo también, aunque ahora me tienen muy en mente como Roque, y tengo que dejar pasar un poco de tiempo para desencasillarme. Quería montar un pequeño estudio de grabación, además, y grabar mi siguiente maqueta, que se va a llamar ‘Con más vidas que un escuadrón de gatos inmortales’, lo que quiere decir: “meteos conmigo todo lo que queráis, que tengo más vidas que un escuadrón de gatos inmortales” (risas).
¿Cuándo la sacarás?
Empezamos a grabar el domingo, y seguiremos el lunes. Son trece cortes: grabaremos seis esta semana, así que, lo que tardemos en grabar los otros siete. Supongo que la sacaremos en enero. Lo que hace falta es que nos vayan saliendo conciertos, que tenemos pendientes algunas cosillas por ahí, pero ya he comentado antes que es muy complicado, porque se hace muy difícil llenar una sala con un solo rapero. Así que nos vemos obligados a hacer conciertos de varios raperos para que entre todos llevemos suficientes clientes para completar el aforo. Otra opción para promocionarse es ganar ‘batallas de gallos’, pero es necesario saber insultar y rimar improvisando, que es más complicado. Y nunca faltarían aquéllos que dicen que si gano, es porque soy ‘el de la tele’.
¿Hay algún papel concreto que siempre hayas querido interpretar?
Quiero hacer un loco y un galán. Que no un galán loco, que sería lo mismo que Roque, pero con novia (risas). Así que un Jack Torrance (el personaje de Jack Nicholson en ‘El resplandor’) y un Joe Black (el de Brad Pitt en ‘¿Conoces a Joe Black?’).
Tercer grado
Daniel, ¿te atreves a compartir algo más de tu persona con nosotros?
- Una virtud
La labia.
- Un defecto
La impaciencia.
- Una canción
‘Nada ni nadie’, de Nach. Una en español, para que no tengáis que traducir nada para entenderla (risas).
- Un libro
‘El mundo de Sofía’, de Jostein Gaarder. ¡Un tocho!
- Una película
Uf, qué pregunta más difícil… Me encanta el cine. Tengo una habitación con 276 películas originales ahí al lado. Voy a intentarlo, pero déjame decir varias. Vamos por géneros: por fotografía, ‘300’; por el guión, ‘Pulp Fiction’; como película completa, ‘La milla verde’; y una romántica, ‘Noviembre dulce’. Ah, y una de dibujos… tiene que ser de Disney (risas). Me quedo con ‘El Rey León’.
- Una obra de teatro
‘Hamlet’. Aunque no me veo capaz de interpretar a Hamlet. Creo que no doy el perfil, me parece complicadísimo. Casi podría interpretar antes a Bernarda Alba que a Hamlet (risas). ‘La casa de Bernarda Alba’ también me gusta mucho, pero siempre me he planteado cómo sería al contrario: si en vez de ser mujeres las protagonistas, fueran hombres.
No habría obra.
Exactamente, porque la obra refleja de forma pura la psicología de aquellas mujeres… Unos tíos habrían sacado unas cervezas y se habrían puesto a jugar al futbolín. Fin del problema (risas).
- Un lugar del mundo
Una respuesta alegórica: Disneyland cuando tienes menos de diez años. Que no ves que las luces están fundidas, que dentro de Mickey hay un señor… Es decir, cualquier lugar en el que te puedas dejar atrapar por la magia.
¿Y el teatro, por ejemplo? ¿Sin saber lo que hay entre bastidores o que los decorados son de cartón?
Eso es, ésa es la idea.
- Una comida
La pizza. Tengo una especie de receta que me encanta: pepperoni, bacon, jamón y doble de queso. La pizza carnívora, o Retu’s pizza.
- Un estilo de ropa
Siempre de sport. Vaqueros y camiseta.
- Un color
Me gustan el negro y el naranja.
- Una serie de dibujos animados que vieras de pequeño
‘Bola de Dragón’ y ‘Oliver y Benji’.
- Alguna experiencia “Tierra, trágame”
A lo mejor alguna de esas veces que hablas con poca propiedad de una persona y resulta que está detrás. Aunque yo siempre digo a la cara las cosas que comento por detrás, así que no sé si ésa vale… Tengo experiencias en las que desearía que la tierra se tragara a los demás, no a mí, como cuando me dicen “¿Tú eres el de la tele? Pues en la pantalla pareces más alto…”
Ah, ya sé. En un concierto me quedé en blanco, se me olvidó la letra de una canción y tuve que preguntarle a mi amiga Claudia, que se las sabe todas y estaba en primera fila. Pero salí bien del paso: corté la música diciéndole al público que no seguíamos porque estaban dormidos, y eso me dio margen para preguntar.
- Videojuego favorito
El Pro Evolution.
- Tres deseos que le pedirías a un genio
Que no les pasara nada a las personas a las que quiero de verdad, que la gente fuera más empática y altruista, y no sufrir frustraciones.
- Tres cosas que te llevarías a una isla desierta
Algo para leer, algo para cazar y algo para hacer fuego. Así seguro que ni me muero ni me aburro.
- Un equipo de fútbol
El Real Madrid.
- Tu jugador favorito
En activo: Íker Casillas, Xavi Hernández e Iniesta. Retirado: Zidane.
- La mayor locura que has hecho
Serle infiel a mi ex. A pesar de todo lo que me hizo sufrir, no te compensa, te sientes fatal.
- Pasatiempo favorito
Cualquier cosa que pueda hacer con mis amigos: ir al cine, quedarnos en casa a ver una peli, jugar al tabú… Necesito ver a mi gente una vez por semana, porque si no, la semana no está completa.
- Mascotas
Los perros. Algún día me compraré un beagle al que voy a llamar Jasper.
La conversación sigue y sigue durante mucho rato en el mismo tono relajado y distendido. Daniel demuestra ser un estupendo anfitrión, además de una persona con la cabeza increíblemente bien amueblada, las ideas claras y una pasmosa facilidad de palabra. Después de tanto tiempo charlando, aún no me canso de escuchar sus perfectamente cimentados comentarios sobre todo tipo de temas, y es que da gusto empaparse no sólo de la forma en que se expresa, sino también de lo que transmite.
Desde Zona El Internado le agradecemos sinceramente su cortesía y, sobre todo, la confianza demostrada al abrirnos las puertas de su corazón y su casa. Con tanto talento rebosando por cada uno de sus poros, queda bien claro que Daniel Retuerta será siempre el líder de ese selectivo escuadrón de gatos inmortales.