Siento rechazo hacia ese horrible personaje, es uno de los peores
El veterano actor nos habla de sus personajes: "Interpreto dos personajes, el viejo bobo, en la primera parte de la obra, y el gran Dux de Venecia en la segunda. Son totalmente distintos, cada uno está en un extremo del arco social, uno es un hombre del pueblo con una escena muy tierna con su hijo y el otro, tiene el gran poder de Venecia".
¿Cómo ha sido su experiencia en El Internado?
Magnífica porque he hecho un personaje que no puede ser más diferente a mí, y eso, a nivel dramático, tiene muchos alicientes. Me ha gustado mucho trabajar en El Internado y he compartido serie con gente magnífica. Añoro mucho todo ese tiempo de trabajo.
¿Qué ha sentido al interpretar un personaje como Ritter Wulf?
A nivel subjetivo, el rechazo que siento hacia ese horrible personaje, es uno de los peores, ideológicamente hablando, que he hecho. Pero eso a un actor le da otros campos de trabajo muy interesantes. Hay una segunda vertiente que es la de la opinión que el actor tiene, aunque eso no debe de traslucirse, pero produce un cierto placer hacer a un personaje malvado condenado como malo. Eso, cuando coincide con lo que uno piensa, es una buena experiencia.
¿Cómo fue rodaje de la escena de la explosión al final de la temporada?
Fue una de las escenas más interesantes que he hecho porque ahí se veía el sentimiento de Wulf por su hija. Un personaje malvado que a la vez tiene una lectura humana, eso demuestra que los seres humanos no somos ni totalmente malos ni totalmente buenos, somos según lo que hacemos nos podemos encontrar en situaciones totalmente controvertidas.
¿Qué le dicen por la calle tras su aparición en El Internado?
De todo (risas), desde el elogio al actor hasta la condena al personaje (risas).
¿Qué podemos esperar de la séptima temporada de la serie?
Creo que sorprenderá. Es una de las series de mayor tirón actualmente y sigue interesando mucho. El final quedó en alto y no se que pasará (risas).
Háblenos de El mercader de Venecia y de su personaje.
El mercader de Venecia es uno de los grandes textos del teatro universal de todos los tiempos. El tema que plantea gira en torno a la explotación humana, es el judío asediado por el racismo y el antisemitismo de la Venecia de aquellos tiempos y ocurren una serie de circunstancias que llevan a que ese judío, perseguido por los cristianos de alguna forma. Al final, el argumento hace que se vuelvan las tornas y ese personaje termina más empobrecido que cuando empieza la obra. Yo interpreto dos personajes, el viejo bobo, en la primera parte de la obra, y el gran Dux de Venecia en la segunda. Son totalmente distintos, cada uno está en un extremo del arco social, uno es un hombre del pueblo con una escena muy tierna con su hijo y el otro, tiene el gran poder de Venecia.
¿Qué diferencias encuentra entre el teatro y la televisión?
Hay muchas diferencias de planteamiento en el trabajo. Cuando estás antena la cámara, ya sea en televisión o en cine, el primer plano hace que la forma de expresión sea muy distinta, más contenida, más concreta. Mientras que en el teatro, porque hay que llegar hasta la última fila de la platea, tenemos que hacer una comunicación más grande, más brillante y más fuerte de tono. Los textos son también distintos, en lo filmado las cosas son más cercanas mientras que en el teatro hacemos un recorrido por toda una serie de épocas que obligan a hacerlo de forma diferente.