La nueva cantera
La creciente audiencia de las teleseries ha abonado el número de rostros populares que se han convertido en los nuevos fichajes del cine español. Una oportunidad que estos ocho actores y actrices han sabido aprovechar y se traduce ya en unas carreras con proyección.
No es un fenómeno nuevo. El trasvase de rostros que se han hecho populares en la televisión y acaban rápidamente convertidos en estrellas de cine se produce desde hace décadas en todo el mundo, y España no es una excepción. Actores como Victoria Abril o Imanol Arias despuntaron en el universo catódico –en las recordadas La barraca o Anillos de oro, respectivamente–, antes de triunfar en el celuloide. Fortunata y Jacinta o Los gozos y las sombras hicieron de Ana Belén y de Charo López dos de las intérpretes más admiradas del cine español de los ochenta. Una década después, un serial diferente, dirigido al público juvenil, se convirtió en cantera de nuevos rostros que caminaron por la misma senda que sus predecesores hacia la gran pantalla. Por Al salir de clase pasaron Elsa Pataky, Pilar López de Ayala o Hugo Silva, mientras Paz Vega daba sus primeros pasos en la estupenda Siete vidas.
Como explica Blanca Suárez, una de las protagonistas de El internado, "Ahora nos toca a nosotros formar esa nueva remesa de actores jóvenes que interesa a los del cine porque somos populares y a nosotros nos permite desarrollar nuestras carreras en otros medios".
Muchos de ellos, sin embargo, no piensan que hacerse un nombre en el cine sea un fin en sí mismo, por muy apetecible que parezca. "Pero sí es cierto que se considera una reválida –comenta Pablo Rivero–, sobre todo para quienes entienden, erróneamente, la televisión como un medio de expresión menor para un actor." Rivero añade que cuando él comenzó a trabajar en Cuéntame como pasó, hace ocho años, había compañeros que pensaban que hacer series era contraproducente para construir una carrera seria. "Al final, todos han acabado participando en alguna."
Sin embargo, el fenómeno nunca ha tenido un alcance tan amplio, hasta el punto de que la industria cinematográfica pone en marcha proyectos dirigidos al mismo público que sigue las carreras de estos veinteañeros en la pequeña pantalla. El éxito de Fuga de cerebros, Pagafantas o Mentiras y gordas, estrenadas el pasado año, lo demuestra. "Que, en algún caso, eran guiones que llevaban años metidos en un cajón sin interesar a nadie y que salieron de él cuando se presentó un reparto con nuestros nombres como garantía comercial", comenta Yon González, de El internado. A su juicio, existe cierta injusticia en todo este proceso "porque nos ofrecen papeles destacados a nosotros, en lugar de que lleguen a manos de otros que, en algunos casos, son mejores actores o más adecuados. Pero el juego es así". Y seguramente se tiene muy claras las reglas.
Como todo hecho mediático, tiene sus luces y sus sombras. Todos ellos tienen claro que el constante lanzamiento de nuevos rostros puede llegar a saturar un mercado que no es infinito. "Es lo que llamamos el peligro de los actores kleenex; de usar y tirar", apunta Mario Casas, protagonista de Los hombres de Paco y el que ha logrado ya mejores oportunidades en el ámbito cinematográfico. En su opinión, esta situación fomenta ilusiones que pueden truncarse fácilmente. "Pero no sólo porque no haya trabajo para tantos; también porque te da mucho en poco tiempo: dinero, fans que te persiguen y te hacen sentir realmente por encima del resto de los mortales. Hay demasiadas distracciones en el camino, y no puedes flaquear ni envanecerte."
Lo mejor, según Adam Jeziersky, actor de Física o química, es mantener la cabeza fría y tener las cosas claras. "Y eso pasa por creer en uno mismo, porque si no, no puedes pedir a los demás que crean en ti. Hay que ser ambicioso, en el cine y para alcanzar cualquier meta que te hayas marcado. Que sea la vida la que me pare los pies", concluye.
Michelle Jenner acaba de abandonar Los hombres de Paco, la serie que la convirtió en una de las españolas más deseadas, aunque probablemente seguirá apareciendo en esta como actriz invitada. Para ella, "es obligatorio darte la oportunidad de intentar hacerte un hueco en el cine, una vez que te das cuenta de que a la televisión no le puedes sacar mucho más, después de varios años trabajando en ella". Eso no significa, añade, que en el futuro no haya reencuentros con el medio en algún momento, preferiblemente "si he podido acumular experiencias que me hayan hecho evolucionar como persona y como actriz".
Miriam Giovanelli es la única de estas jóvenes actrices que hizo cine (Miguel y William) antes que televisión, aunque fueron las series Física o Química y Sin tetas no hay paraíso las que la dieron a conocer para el gran público. "Lo que importa es la calidad del trabajo, independientemente del soporte. Ahora mismo las grandes estrellas de Hollywood ruedan series sin sonrojarse, porque les ofrecen mejores papeles que en el cine."
Hollywood. Ahí están todos de acuerdo. Es una aventura que no quieren perderse y que están más que a tiempo de acometer. Ana de Armas, una de las integrantes femeninas del primer reparto de El internado, junto a Elena Furiase, ya ha hecho las maletas. "Y lo que ha hecho Anita –señala Elena– deberíamos hacerlo todos. Visualizar lo que queremos y luchar por ello. Pero no ya en Hollywood. En Francia, en Italia, en Alemania. Deberíamos estar preparados para trabajar en cualquier lugar donde haya un buen proyecto para nosotros." Pero es evidente que lo de Hollywood ilusiona, que "son palabras mayores".
Sin embargo, entre los objetivos futuros de estos ocho jóvenes no se encuentra sólo triunfar delante de las cámaras. Tanto Blanca Suárez como Pablo Rivero insisten en que también detrás de ellas ven todo un universo por explorar. Que escribir o dirigir –ambos han cursado estudios de Comunicación Audiovisual– les resulta un proyecto igualmente apasionante. "La realidad –concluye Pablo– es que a veces me gustaría saber qué viene a continuación, pero eso le quitaría toda la gracia al proceso, ¿no?"
Yon González - Un personaje con carisma y buenos proyectos
Podría haber sido mecánico, por su pasión por los coches, o profesor de Educación Física, pero Yon González escuchó a esa voz interna "que me decía que tenía que ser actor". Quizás ocurrió mientras colocaba sillas en las funciones amateur de su hermano mayor, Aitor Luna, el Montoya de Los hombres de Paco. Hace cuatro años, este actor vasco se apuntó a una agencia de modelos, y pronto le convocaron para las pruebas de SMS, que superó sin problemas. Su luna de miel con la televisión perdura gracias al popular Internado. Su personaje –Iván–, algo agresivo, bocazas y con ínfulas de líder, le ha hecho conocer la locura de la popularidad, "que a veces me supera y otras me hace pasar algo de vergüenza", pero también le ha dado unas tablas que nunca pensó que llegaría a tener tan pronto. Pese al éxito, confiesa, su debut en cine con Mentiras y gordas le resultó terriblemente decepcionante, fruto de un rodaje caótico sazonado con "actitudes poco claras e intereses ocultos". Sin embargo, persevera y prepara para este año dos prometedoras incursiones: el drama amoroso El sexo de los ángeles, de Xavier Villaverde, y el thriller Alpha.
Elena Furiase - Carrera al margen del apellido
El mismo día en que cumplía los 19, Elena Furiase inició su andadura en El internado y con ello dio un paso más en la continuidad de los Flores en el mundo del espectáculo. El balance que hace la hija de Lolita de estos dos años de continuo trabajo no puede ser más positivo: "El cariño del público ha superado del todo ese miedo de que me midieran con una vara más severa por ser mi familia quien es". En ese tiempo ha debutado en el teatro y el cine, gracias a El libro de las aguas, de Antonio Giménez Rico, "que sirvió sobre todo para inyectarme el gusanillo de las películas". A la vista, varios estrenos en el 2010: Animales domésticos, junto a Adam Jeziersky, "un drama generacional en torno a cómo se debe educar a los hijos"; Anguist, un filme de terror psicológico "que espero se sume a los éxitos que el cine español está logrando en ese género a escala internacional". Dos papeles que se unen a esa galería de personajes que acaban teniendo vida propia "como si fueran trocitos de mí que voy dejando por ahí".
Blanca Suárez - Oportunidad bien aprovechada
Aunque desde pequeña Blanca Suárez tenía claro a qué quería dedicarse, ser demasiado consciente de que "en esto todo está siempre en el aire" le hizo plantearse la opción del patinaje artístico, faceta en la que destacaba. "Incluso comencé Comunicación Audiovisual, pero también decidí darme la oportunidad de llegar a ser actriz." Hubo suerte en los castings, y enseguida surgieron las primeras oportunidades. En televisión, su personaje de Julia en El internado le ha procurado tanta popularidad que incluso tiene su propia página web, "que considero un instrumento fundamental tanto para mi trabajo como para mantener el contacto con la gente que lo sigue". En el cine, el filme de terror Eskalofrío y la biografía de Gil de Biedma El cónsul de Sodoma son sus primeros trabajos. Este 2010 la empareja en dos filmes con Mario Casas. También ha participado en la Wikipeli de José Corbacho, realizada con las aportaciones de cientos de internautas. Su pareja es el actor Javier Pereira, con quien afirma compartir "las idas y venidas de esta profesión, sabiendo que tienes al lado alguien que las comprende muy bien".
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