Es un milagro que sigamos vivos
Han sufrido lo indecible y todavía les espera un final apoteósico. Pero saldrán ilesos y fortalecidos. Ya no son actores promesa.
Ahora, más que nunca, su tiempo se agota. Aquellos estudiantes, capaces de enfrentarse a una compañía de origen nazi, están a punto de concluir su odisea, ficticia y real. Yon González, Elena Furiase, Blanca Suárez y Martín Rivas graban los últimos 15 capítulos de El Internado, que Antena 3 recupera el próximo miércoles 2. La cadena emitirá ahora los ocho primeros y después del verano, los siete restantes. Las especulaciones sobre el desenlace han comenzado. La productora Globomedia ha blindado el set de grabación con vigilancia. No se permiten cámaras ni visitas. El secretismo es absoluto, incluso entre el equipo. Pero antes deben aclararse algunas tramas. La sexta temporada tuvo un final apocalíptico. El virus mortal de Ottox se expandía en Laguna Negra. Todos pueden estar infectados y tienen 48 horas para obtener el antídoto, sepultado en los pasadizos tras la explosión... Además, una persona contagiada deambula por la ciudad.
La tensión dramática ha afectado el ánimo de Yon, Elena, Blanca y Martín, que esperan con ansia la resolución. Y quieren que sea tortuoso. "Ninguno desea morir; simular la muerte no requiere ningún esfuerzo interpretativo. Yo prefiero seguir sufriendo", declara Yon. "¡Es un verdadero milagro que sigamos vivos!", añade Martín. Por eso, después de tantas penurias, tiene muchas expectivas: "El final ha de ser auténtico, una orgía de destrucción. Para mí ya es importante que los guionistas hayan decidido poner punto y final. Es algo deseado y consciente y no van a defraudarnos". Blanca secunda su opinión: "Todo es posible y sería complicado que a estas alturas nuestras vidas se arreglaran. No sé si ocurrirá algo catastrófico, pero estoy segura de que será muy distinto a lo que acostumbramos a ver". Ni siquiera le alivia pensar en su historia de amor ficticia con Yon, que vuelve a peligrar por la grave enfermedad que padece él.
No obstante, tanta desazón no les impide reflexionar sobre su futuro. En marzo de 2007, cuando llegaron a El Internado, apenas superaban los 20 años. Elena aún no olvida la presión del comienzo: “Fue complicado. Estaba asustada con tanta expectación, nadie parecía entender que aceptaba este trabajo para desvincularme de mi familia. Me costó un poco, pero ahora estoy orgullosa de haberme tirado a la piscina. Creo que fui muy valiente al aceptar". Todos lo confirman. "Esta serie ha sido determinante. Nos queda mucho por hacer, pero significará más cosas que otros trabajos futuros", declara Blanca. Y Martín rechaza cualquier obsesión: "Este papel puede ser un lastre, pero he aprendido a ser cauto y no temer la incertidumbre. Hace tres años no me planteaba estar aquí". Ahora hacen sus planes. Yon cambiará el uniforme de colegial por el de príncipe en la miniserie Sofía, y por el de romano en el cine. Blanca y Elena trabajarán en el teatro y Martín quiere tiempo "para aburrirse". Pero, por ahora, las intrigas de El internado no se lo permiten...